Mi Sadhana
Oct 21, 2025
Sadhana hace referencia a la práctica diaria de herramientas espirituales, que a través de la autodisciplina nos conducen hacia un profundo entendimiento de nuestro verdadero potencial infinito e ilimitado.
Todos los días despierto antes de que salga el sol. No importa qué día sea, la rutina casi siempre es la misma.
Me gusta levantarme cuando aún hay silencio, en la serenidad de la madrugada, cuando todos duermen, menos yo.
Siempre comienzo con Dinacharya, la rutina ayurvédica matutina. Inicio limpiando y desintoxicando el cuerpo.
Me visto, tomo cerca de medio litro de agua tibia para entrar en calor. Preparo mi espacio y me siento frente a una vela con el cuarto en total oscuridad. La práctica de Trataka me ayuda a enfocar la mente, me da claridad, estabilidad. Me centro en percibir la luz brillante de la flama, sus colores, su movimiento, los sonidos del pabilo, el calor que emana.
Una vez que los sentidos están dominados, me cubro los ojos y me siento a meditar en total oscuridad y silencio. Me concentro en respirar.
A veces la mente está tranquila, otras veces me ataca sin parar. Pero, sin importar lo que suceda, me quedo ahí: en permanencia, en quietud. Intento tomar el lugar del que observa, mientras veo la mente dar mil vueltas. No siempre sale como espero, pero para mí, el simple hecho de haberme sentado y observar, representa el primer triunfo del día. Le gané la batalla a mis excusas, estoy lista para lo que venga.
Después extiendo el tapete y paso a la práctica de Ashtanga. Me gusta sentir cómo la respiración Ujjayi marca el ritmo de la mañana. Es un ancla, un recordatorio de que el control comienza dentro, nunca afuera. Hay días en que el cuerpo responde con fuerza y apertura, otros días me pesa y me pide parar. Pero siempre me entrego al proceso, me gusta explorar cómo se siente cada parte de mi cuerpo. En qué posturas cuesta respirar. Qué tanto divaga la mente.
Mi práctica no es perfecta y desde mi accidente, está muy lejos de ser espectacular. Pero es constante, es devota. Y esa entrega es la que me hace volver cada día. Indagar en lo más profundo de mi ser. La práctica me refleja todo aquello en lo que aún tengo que trabajar: paciencia, tolerancia, compasión. Lo que entreno ahí repercute en cómo hablo, en cómo actúo y en cómo sostengo mi vida.
El beneficio no está solo en las posturas o en la respiración. Está en la claridad que queda después, en la mente más enfocada, en la energía mas estable. Eso es lo que mi sadhana me regala: una manera de vivir más presente, más fuerte y más congruente.
Gracias por leerme.
CarlisYoga®